Miedo al fracaso

El miedo al fracaso es muy poderoso. Si te descuidas, puede gobernar tu vida sin que te des cuenta. De hecho, permíteme que te pregunte lo siguiente ¿quién gobierna tu vida, tu búsqueda del éxito y la felicidad o tu miedo al fracaso?

Parece una pregunta muy fácil de responder. Casi todos diremos que el primero. Que siempre tomamos nuestras decisiones basándonos en aquello que creemos que es mejor para nosotros.

¡¡NO ES CIERTO!!

La realidad es que en la mayoría de casos nos autoconvencemos de que es así, por el miedo al fracaso, por miedo a que nuestro intento salga mal. Tal es así que nos decimos “si hago esto que quiero y sale mal voy a terminar peor de lo que estoy”. Y con ese razonamiento ni tan siquiera lo intentamos y consideramos que esta es una decisión que no se ha sido tomada basándose en el miedo, sino que hemos sido “analíticos”, “estrategas”, que nos inclinamos por la opción que más nos acerca a la felicidad y el éxito. Que, de hecho, no es la que realmente queremos o la que pensamos que nos haría más feliz, sino la que menos riesgo implica.

Cuando dejas de hacer algo por miedo a que salga mal… ¿quien gobierna tu vida, el miedo al fracaso o tu búsqueda de felicidad?

¿Tan mal vas a quedar si fracasas en tu intento?

No te digo que vayas a lo loco por la vida. No se trata de que te hipoteques y le pidas dinero prestado a todos tus amigos y familiares porque estás convencido de que vender cubos de hielo en el norte de Noruega sería un exitazo. Quizás lo sea, no te digo que no. Pero investiga. Da los primeros pasos. Crea una estrategia para ir avanzando poco a poco sin tener que arriesgarlo todo.

Los humanos tenemos la fea obsesión de preocuparnos, estresarnos e incluso enfadarnos por cosas que no han ocurrido y que nunca ocurrirán. Seguro que alguna vez has estado esperando la respuesta de alguien y estás convencido de que te va a decir algo negativo, y en tu cabeza empiezas a tener la conversación sobre lo que le vas a responder, y te estresas e incluso te enfadas, para luego descubrir que la realidad fue más fácil de lo que pensabas.

El miedo al fracaso es muy similar. Pensamos demasiado en el riesgo de que todo salga mal. Lo terrible que podría ser “…y si dejo mi trabajo y después no encuentro otro…”, “…y si pierdo los 10.000€ que he conseguido ahorrar…”. Nos obsesionamos con la parte negativa, en vez de obsesionarnos con la positiva.

Alguien dijo “que tus sueños sean más grandes que tus miedos…”, y así es como debe ser. Debes pensar en lo que ocurrirá si lo consigues, no en lo que podría ocurrir si fallas. Esa obsesión será el motor que te empuje y te de la fuerza para ser persistente.

Ángel Alegre de viviralmaximo.net dice en su post «Miedo a fracasar y perderlo todo» dice «Cuando no cambiar, no es una opción», si tu vida no es cómo quieres que sea, no te engañes, la única opción es buscar un cambio, nunca debes conformarte con la vida que te tocó.

No se trata de los recursos que tengas, ni de lo listo que seas. Al final, quien consigue vivir sus sueños, es quien piensa que puede lograrlo. Cuando estás convencido de ello, tus miedos empiezan a dispersarse o al menos a pasar a un segundo plano. Empiezas a visualizar el éxito por encima del fracaso.

Cuando realmente crees en ti, no importa cuántos golpes te da la vida porque eres consciente de que si sigues luchando te levantarás. Estas tan convencido de ello, que tus miedos al fracaso no se centran en “que pasa si lo intento y fallo”, sino en “si no lo intento, habré fracasado”. El miedo al fracaso no proviene de la posibilidad hacerlo mal, sino de la de no hacer nada al respecto.

No debes tener miedo al fracaso, debes tener miedo a vivir una vida sin haber hecho nada. [tweetthis]No debes tener miedo al fracaso, debes tener miedo a vivir una vida sin haber hecho nada[/tweetthis]

Esta es un punto que diferencia a quienes realmente viven la vida con éxito, de aquellos que simplemente viven.

No dejes que el miedo al fracaso sea el amo de tus decisiones. Vive una vida plena, llena de recuerdos, de aventuras.

Vive la vida al máximo, porque cada día que pasa te pone más cerca de tu muerte.

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